domingo, 27 de febrero de 2011

La primera persona que sobrevivió a un "viajecito" en las cataratas del Niágara

Nacida en el seno de una familia acomodada venida a menos tras la muerte de su padre, Anne Edson Taylor fue maestra de escuela y más tarde instructora de baile, aunque su poca pericia como administradora la obligó a cerrar el negocio que habia abierto.

Ansiosa de fama, y sobre todo, de dinero que la permitiera vivir con las comodidades que tuvo en su niñez, aprovecha la próxima celebración de la Exposición Panamericana de 1901 en la ciudad de BUFFALO a la que acudirían miles de personas y empieza a preparar su aventura, para lo cual se desplaza hasta allí, manda construir un barril de roble al que se añadiría un yunque en su base para que sirviera de contrapeso, y un colchón en su interior que la protegiera de los golpes que se vería obligada a sufrir. Por último, para asegurarse el éxito, entabla relación con Frank M. Russell, un conocido promotor local de todo tipo de espectáculos.
Russell sabía lo que se hacía y comienza a crear expectación: el mes de septiembre comunica el evento a los periódicos de la zona sin mencionar el nombre de nuestra protagonista; el 8 de octubre el barril se muestra al público en una ventana de un establecimiento situado en el centro de la ciudad y, dos días más tarde, Russell se va con el barril a las cataratas del Niágara para promover el evento antes de la llegada de Annie.
Por fin llega el día 24 octubre, día que cumple 63 años de edad, y Annie y el barril son llevados hasta la corriente central del río Niágara, aproximadamente a un Km. de distancia del lugar del salto. Annie entra en su interior, la tapa del barril se cierra y, con una bomba de bicicleta, se introduce dentro de él el aire necesario para que no muera asfixiada.



Arrastrado por las aguas, el barril llega al borde de la catarata Horseshoe a las 16:30 h., cae por sus 53 m. de altura y es visto, un minuto más tarde, flotando en la base. Quince minutos después, el barril llega a la orilla, se abre la tapa y Annie sale sana y salva, tan sólo se le aprecian las lógicas magulladuras y una pequeña brecha en la cabeza.
Annie vió cumplido su objetivo en parte, ya que alcanzó la fama, pero no la fortuna. Poco después de su hazaña, Rusell desapareció junto con el barril, y el poco dinero que había ganado participando en conferencias en las que narraba su aventura lo gastó en su mayor parte en encontrarlo, por lo que tuvo que subsistir posando con los turistas en la tienda de recuerdos que abrió, o ejerciendo unas supuestas habilidades como clarividente entre otras extravagantes actividades.
Annie murió a los 83 años de edad, y sus restos reposan desde entonces en el cementerio de Oakwood, cercano a las cataratas que la hicieron protagonista de la historia.

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